El cuicacalli (“casa del canto”), al que iban los alumnos diariamente, desde su escuela, a recibir instrucciones de canto y danza. El canto y la danza eran considerados en aquel tiempo formas muy elevadas de culto religioso, y el canto, en particular, una via de transmisión del conocimiento, sobre todo el histórico. El cuicacalli era también la institución que introducía al individuo al trabajo comunal. Allí se distribuían a los alumnos, desde niños, las actividades tributarias: la siembra de los campos de beneficio colectivo, el batido de lodo con lo pies para hacer adobes, la participación en la construcción de obras publicas, etc.
La función del Cuicacalli iba más allá de ofrecer enseñanza artística; tenía, al igual que el Calmécac, la función básica de transmitir y elaborar la lengua culta.